Abstract
El café es un cultivo que se introdujo a México; a finales del siglo XVII, y, cien años después, fue promovido intensamente por el gobierno porfirista, de manera que se establecieron grandes explotaciones en manos de extranjeros, principalmente en Chiapas. Ya en la década de 1940 y posterior al reparto agrario —producto de la Revolución Mexicana—, emergieron pequeños productores, los cuales, al amparo del Estado mexicano, produjeron café de exportación con jugosos resultados, pues se convirtió en el primer producto generador de divisas para México. Sin embargo, la emergencia de nuevas áreas de cultivo a nivel mundial y el abandono de la política pública hacia el campo —y particularmente hacia la cafeticultura—, en la década de 1980, dio como resultado el surgimiento de estrategias campesinas que buscaban sobrevivir mediante los mercados alternativos con producciones orgánicas, café de especialidad y mercados justos, en donde se han posesionado gracias a la calidad y solidaridad de organizaciones de consumidores, las cuales buscan calidad de café, lo que obliga a los productores a capacitarse para producir y comercializar en un mundo globalizado, en donde el reto es salir de lo local para llegar a lo global.
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Copyright (c) 2016 Revista de Geografía Agrícola